lunes, 24 de septiembre de 2012

LA NAVAJA DE OCKHAM


La navaja de Ockham proviene del filósofo inglés William Ockham, que aplicó la idea de navaja para eliminar los supuestos innecesarios de una teoría.

Según este principio, para explicar un fenómeno determinado, si tenemos dos o más hipótesis, lo más razonable es aceptar el más simple; o sea el que presenta menos supuestos no probados.
Este principio también es conocido como de parsimonia, que en esencia señala, que si ambas explicaciones están en igualdad de condiciones, no hay que tener en cuanta una explicación complicada si existe una más simple.

Esto no quiere decir que la explicación más simple sea la más correcta sino que existen más probabilidades que sea cierta y que es preferible elegirla hasta que haya razones bien fundamentadas para adoptar una alternativa más compleja.

Este principio es un método que se supone válido para canalizar mejor los esfuerzos en los primeros estadios de una investigación.

La navaja de Ockham frecuentemente se utiliza en los debates científicos y filosóficos.

También se utiliza a menudo contra una serie de explicaciones dualistas que proponen la complejidad innecesaria de suponer un mundo mental y otro físico separados, para luego tener que hacer múltiples esfuerzos para explicar la relación de ellos entre sí.

Esta es una de las más conocidas críticas que se hace al dualismo cartesiano sobre el cuerpo y la mente; y la navaja corta una de las realidades sin indicar cuál es la que descarta.

La mayoría actualmente supone que toda la realidad, inclusive nosotros mismos, se puede explicar físicamente, aunque también están quienes, como George Berkeley, prefieren adoptar el modelo idealista.

La idea sintetizada es: no compliques las cosas si pueden ser simples.

Esta simplificación limita la complejidad de la hipótesis a su mínimo nivel, lo cual se considera elegancia y minimiza el número y la complejidad de entes, que se conoce como parsimonia.

En el ámbito de las disciplinas técnicas como el de las ingenierías, la navaja de Ockham adopta la forma de principio de “kiss” (beso), dado que el desarrollo de programas informáticos complicados son atractivos y este principio esencialmente pretende evitar estos excesos.

Supuestamente el uso racional de la navaja de Ockham favorece la elección más razonable entre dos teorías que se enfrentan.

Un dicípulo de William de Ockham, llamado Jean Buridan, muestra el peligro de racionalizar excesivamente, con el relato ilustrativo conocido como “El asno de Buridan”.

Al encontrarse un asno frente a dos montones de paja iguales, no puede resolver el problema que se le plantea de cuál elegir porque no tiene ninguna razón para preferir uno u otro, por lo que decide no hacer nada y morirse de hambre.

El malogrado asno murió, al suponer que no había razón para elegir uno de otro. Si hubiera elegido cualquiera de los dos su elección hubiera sido irracional, porque lo más racional era no hacer nada, pero las consecuencias para él fueron trágicas. En la práctica parece que a veces es mejor hacer algo aunque no sea siguiendo una elección racional
La extraña aparición de círculos en los cultivos en todo el mundo, de un día para otro, a partir del año 1970, dio lugar a varias teorías.

Las más conocidas son:

1) Tales marcas muestran la zona donde aterrizaron naves de una civilización avanzada extraterrestre.
2) Los círculos fueron hechos por algunos bromistas durante toda la noche con herramientas especiales en forma ingeniosa, para atraer la atención de los medios de comunicación y provocar polémicas.

De acuerdo al principio de la navaja de Ockham, es razonable aceptar la teoría más simple, o sea que se trata de una travesura humana.

De hecho hoy se sabe que algunos de los involucrados han admitido su participación en varios de esos hechos.

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